Nos quisimos sin sentido.
No había razón en aquello.
Pero voy a contarte un secreto: no hay razón en todo eso que merece la pena. Disfrutamos tú y yo como tontos. Como dos islas que se hacen archipiélago. Como si tras la ventana sólo existiese el reflejo que mostraba el cristal de nosotros.
Quisiera volver a vivir de esa forma. Sin ropa casi siempre, teniéndote a mi lado, escribiendo con mis manos sobre tu cuerpo. Si pienso en esos días me viene a la mente una calma infinita. Si pienso en nosotros, nos convierto en un atardecer muy bonito, de un día de otoño, en un mundo sin guerras.
Hay quien cree que los recuerdos pertenecen al pasado.
Qué ingenuos.
El recuerdo simplemente es un sitio en el que sobreviven las emociones más puras: tocarte el pelo, quizá besarte mientras sonríes o, incluso, verte llorar. Y es maravilloso ese lugar. Ese rinconcito privado, donde tú y yo podemos ser tú y yo, y a nadie más le importa.
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