Fue bonito. Quererte. O lo que fuese, aquel sentimiento.
Lo cierto es que nunca supe muy bien quién era, hasta que tú me diste ganas de cantarte tontas y desafinadas canciones. Yo era eso: el daño colateral de estar a tu lado. Que se parase el mundo, viniese, y que nos mirase bailar.
Fue bonito. Quererte. Sentir aquel volcán en el pecho. Aquella felicidad que me crecía, salvaje, en cualquier sonrisa-acto reflejo al verte. Doblabas la esquinas, torcías los labios, me robabas el tiempo.
No me lo devuelvas. Jamás
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