La verdad es que busco tu nombre en las bocas de otros, para tener así una excusa y encerrarte en mi cabeza. Pero, fíjate, me tiemblan las piernas de correr y también la vida. Aunque más, y sobre todo, la vida.
Cuando escribes y te das cuenta de que no sirve de nada, escribes más por si acaso. Aunque duela y aunque eso sólo me lo pueda curar todos los abrazos que podrías darme. Pero a mí no me espera nadie, en ningún sitio. Llevo la soledad tan hundida en la piel, que ya no sé dónde empiezo yo y termina ella. Han desaparecido las fronteras.
Llueve y de repente me siento lluvia. Pero quisiera saber contrargumentar a la tristeza. No sé. Se me ha vuelto una enredadera la esperanza.
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