Y empezó a llover.
Siempre consideré la lluvia algo positivo, algo que nos haría unirnos más y buscar un refugio.Pero no. Llovió hasta arrastrar y arrasar, hasta ahogar las esperanzas. O las ganas. O qué sé yo, quizás hasta ahogar todo lo que un día fuimos o quisimos llegar a ser. Y allí nos quedamos, sin paraguas lo suficientemente fuerte para
aguantar todo aquello, pero tampoco parecía que quisiéramos remediarlo. Que quisieras remediarlo.
Comenzaste a caminar en un rumbo opuesto al mio. Sin abrazos, sin miradas, sin explicaciones.
Y yo sin ganas de seguirte, sin ganas de moverme, sin ganas de decir adiós, sin ti y podría decir que hasta sin mi.
No hay comentarios:
Publicar un comentario